La renovación del federalismo europeo, una base sólida para salir de la crisis sanitaria, económica y financiera
Más de un año después del inicio de la pandemia, las señales sobre el fin de la crisis financiera y económica son entusiasmantes para Europa.
Más de un año después del inicio de la pandemia, las señales sobre el fin de la crisis financiera y económica son entusiasmantes para Europa. La idea de una “alineación de los planetas” no es exagerada: la reanudación paulatina del comercio mundial, la adaptación de nuestras economías a los protocolos sanitarios, un mayor apoyo presupuestario y la aceleración de las vacunaciones apuntan a un claro repunte de la actividad en 2021 y 2022.
Ante las amenazas sanitarias, pero también sociales y políticas que sigue planteando la epidemia de Covid-19, no cabe duda de que los gobiernos mantendrán su sesgo proactivo de “cueste lo que cueste”, a través de ambiciosos programas de gasto fiscal y de inversión para la recuperación. Sin embargo, no olvidemos el principal desafío del tejido microeconómico a corto plazo, es decir, empresas exitosas pero demasiado endeudadas para invertir y garantizar la continuidad de su actividad.
Más allá de estas trayectorias constructivas, existe hoy un catalizador que abre perspectivas francamente favorables y no podemos más que alegrarnos. ¡El surgimiento de un federalismo europeo! Ante el reto de la crisis sanitaria, una convergencia de intereses y solidaridad sin precedentes ha permitido dar un paso adelante en la integración europea.
El reembolso de la deuda europea “Covid-19” requerirá más recursos fiscales comunes
Evidentemente, fue el 21 de julio cuando la cohesión europea se expresó con mayor impacto. Bajo los auspicios del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Europa ha logrado elaborar un plan concertado de recuperación económica de 750.000 millones de euros (Next Generation EU).
Una giro histórico, ya que los 27 países miembros han triunfado donde fracasaron durante la crisis de la deuda soberana hace casi 10 años. Desde Victor Orbàn hasta Sebastian Kurz, las posiciones morales y filosóficas sobre la equidad o no, legítima o no, de una deuda común se han superado en circunstancias sanitarias que han trastocado indiscriminadamente a todas las naciones.
A través de la emisión de una deuda “Covid-19”, es la inversión productiva que los líderes europeos desean financiar mientras se sientan las bases de una arquitectura fiscal compartida por todos los países miembros. Porque es necesario, para amortizar esta deuda cuyo vencimiento es 2053, encontrar nuevos recursos fiscales coherentes y comunes. La Comisión Europea está trabajando en ello y varias líneas de pensamiento conducen a los instrumentos fiscales europeos: impuesto a los beneficios de las grandes empresas, impuesto a las multinacionales del sector digital o incluso a la producción de plástico no reciclable. Un paso más hacia la armonización fiscal progresiva, más allá de los tipos de IVA ya parcialmente comunes a los Estados miembros, que podrían alimentar de forma sostenible la deuda y el presupuesto europeos.
“Europa no se construirá de un golpe, ni en una construcción de conjunto: se construirá mediante logros concretos que creen primero una solidaridad de facto“. La declaración de Robert Schuman en el nacimiento de la CECA el 9 de mayo de 1950 ha encontrado su eco en 2021. Esta renovación de la unidad europea sienta bases sólidas para una salida de la crisis sanitaria, económica y financiera desde arriba.
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